Hidratación deportiva, toma nota
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La hidratación es importante para cubrir los requerimientos hídricos durante la práctica de ejercicio y para el correcto mantenimiento del organismo, pero también es fundamental, junto a una adecuada nutrición, para evitar la fatiga que se puede producir debido a la disminución de los hidratos de carbono almacenados en forma de glucógeno, así como para asegurar el rendimiento deportivo.
Sin embargo, la hidratación durante la práctica deportiva es una cuestión compleja que depende de muchos factores y genera muchas dudas: ¿cuál es la bebida u opción rehidratante más adecuada? ¿En qué cantidades? ¿Cómo debe ser esta hidratación en el caso concreto de los niños que practican deporte?
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Respecto a esto último, Laura Esquius, máster de alimentación en la actividad física y deporte de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC), señala que se trata de un tema con el que se debe tener especial cuidado durante la edad escolar, ya que existen necesidades específicas de esta etapa vital que hay que tener en cuenta: las condiciones fisiológicas de cada niño, el tipo de deporte que practica, el momento de la temporada, el entrenamiento o el periodo de competición.
Más riesgo de lesiones
La deshidratación progresiva durante el ejercicio es más frecuente de lo que se cree y, de hecho, muchos deportistas no ingieren los fluidos suficientes para reponer las pérdidas que se producen, lo que afecta no solo al rendimiento físico, sino que además eleva el riesgo de sufrir lesiones y, en los casos más graves, pone incluso en juego su salud. Todo esto también puede afectar a los niños deportistas.
Esta deshidratación está directamente relacionada con el aumento del calor corporal que se produce durante la práctica de cualquier deporte o actividad física.
Cuando los músculos se contraen se genera calor, y esta producción muscular de calor es proporcional a la intensidad de trabajo, por lo que tanto en las actividades de corta duración y alta intensidad (deportes de equipo: fútbol, baloncesto...) como las de mayor duración y menor intensidad (carreras de atletismo, competiciones deportivas) realizadas en condiciones de altas temperaturas se aumenta el riesgo de lesiones, según comenta la experta.
Para contrarrestar este efecto y eliminar el calor corporal, el organismo cuenta con un regulador de su "termostato": la sudoración. "Es precisamente la evaporación del sudor la que ayuda a refrigerar el cuerpo, permitiéndole que se 'enfríe'. Pero el sudor, además de estar compuesto de agua, contiene sales minerales (iones) que se pierden; de ahí la importancia de reponer esos líquidos, ya que esta pérdida tiene un efecto directo en la homeostasis, esto es, el mecanismo que equilibra nuestros líquidos internos", explicó Laura Esquius.
La relación entre el calor, el sudor y el ejercicio es la siguiente: los aumentos de la temperatura y de la humedad ambiental elevan de forma directa la cantidad de sudoración en una proporción aproximada de un litro por hora.
"En situaciones de calor durante el ejercicio se pueden llegar a perder a la hora tres litros de líquido corporal mediante la sudoración y también debido a la eliminación de vapor a través de los pulmones. Estas pérdidas de líquido interno pueden llevar al deportista a una deshidratación por hipovolemia hiperosmótica (ya que el sudor es hipotónico con respecto al plasma)", añadió la especialista en nutrición deportiva.