Niños trabajadores, nada que celebrar
- Escrito por Nallely López Arellano
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El pasado 30 de abril y el 01 de mayo, como sabemos, se festejó en México el Día del Niño y el Día del Trabajo, respectivamente, y muchos son los eventos públicos realizados para ellos en estos días; marchas, regalos, reconocimientos, fotos, etcétera.
En la agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que es el correspondiente al número ocho, recibe el nombre de “trabajo decente y crecimiento económico”, enfocado a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores. Mientras que las niñas y los niños no tienen como tal un objetivo asignado, pero es justamente toda esta agenda la que está encaminada a brindarles a ellos nuevas y mejores condiciones de vida en el futuro.
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Sabiendo lo anterior, entonces preguntémonos ¿realmente es una celebración? ¿podemos festejar? ¿hay avances o retrocesos?
En el caso de los trabajadores se habla de un crecimiento laboral por la cantidad de empleos que se generan, pero esto no quiere decir que las condiciones que se les dan en los mismos sean las adecuadas, pues si bien es cierto hay muchos empleos, no existen salarios que dignifiquen sus condiciones de vida, obligando en su mayoría a los más pobres a estar en largas jornadas de trabajo para poder obtener mayores ingresos que les alcancen para sobrevivir.
Y entonces qué decir de las niñas y los niños, si no podemos siquiera darle una vida digna a esta generación. Para ellos, lo único que existe hasta ahora es incertidumbre, inseguridad, insalubridad, inequidad, ineptitud, injusticia, y un montón de “in” que se vuelven lo único certero para los que vienen detrás de nosotros.
Respondámonos entonces con sinceridad: no hay nada que celebrar, mientras no cambiemos la forma en que vivimos. Se requiere de reestructura e innovación, no solo tecnológica, sino también social.
No olvidemos que en esta agenda ninguno puede quedarse atrás, pero parece ser que tampoco podrán avanzar si no nos movemos de manera inteligente y consciente, dejándonos entonces en estado de intermitencia. Y en ése terreno, por desgracia, es en el que nos encontramos hasta ahora.
El autor (a) es abogada con diplomado en legislación ambiental.
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