Cada minuto y cada paso cuenta
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En México, menos de un tercio de los escolares de 10 a 14 años realizan 60 minutos diarios de actividad física de moderada a vigorosa; además ocho de cada 10 pasa más de dos horas al día frente a pantallas y menos de 40% duermen entre nueve y 11 horas diarias.
Ante ello, se desarrolló conversatorio virtual "escuela activa, infancia saludable: estrategias prácticas para promover hábitos saludables en el entorno escolar", expertas en el tema dialogaron sobre la relevancia del movimiento en el desarrollo integral de niñas y niños en el entorno escolar.
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La Dra. Alejandra Jáuregui, Directora del Departamento de Actividad Física y Estilos de Vida Saludable del Instituto Nacional de Salud Pública, enfatizó la importancia de fomentar hábitos saludables desde edades tempranas para garantizar un desarrollo integral en niños, niñas y adolescentes, ya que la etapa escolar es un período crítico donde se consolidan habilidades fundamentales que influirán en su salud física, mental y emocional a lo largo de sus vidas.
Al abordar el tema: "integrando el movimiento, el descanso y el sueño en la vida escolar", mencionó que estudios recientes han demostrado que los mayores beneficios se obtienen cuando los niños y las niñas alcanzan un sano balance en los tres comportamientos del movimiento. Es decir, cuando:
- Se realiza suficiente actividad física.
- Se limita el tiempo frente a pantallas u otras actividades sedentarias.
- Se prioriza un sueño de buena calidad con horarios consistentes.
Los comportamientos del movimiento saludable contribuyen en conjunto a mantener un cuerpo saludable, mejorando la condición física, la salud ósea y funcional, y reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y cáncer. Además, sus beneficios también se extienden al bienestar mental, ya que ayuda a manejar el estrés, mejorar el estado de ánimo y prevenir trastornos como la ansiedad y la depresión.
Al aumentar la actividad física, se reducen los comportamientos sedentarios y se mejora el sueño. La actividad física, específicamente a través del deporte, fomenta el trabajo en equipo, el compañerismo y el empoderamiento, ayudando a prevenir conductas de riesgo como las adicciones y los trastornos alimentarios.
En la escuela
- Respetar las clases de educación física que son parte del currículo obligatorio
- Incorporar pausas activas durante el horario escolar.
- Fomentar recreos activos y actividades deportivas extracurriculares.
- Diseñar programas que promuevan el desplazamiento activo, como caminar o andar en bicicleta al colegio.
- Educar a los estudiantes sobre la importancia de equilibrar actividad física, descanso y sueño.
En la comunidad
- Crear espacios públicos seguros para actividades al aire libre.
- Desarrollar programas comunitarios que incentiven el movimiento.
- Promover caminatas hacia destinos cercanos.
En casa
- Establecer límites para el uso de pantallas, como evitar su uso en dormitorios y durante las comidas.
- Implementar rutinas saludables de sueño, como mantener horarios consistentes para dormir y despertar, y evitar pantallas una o dos horas antes de acostarse.
La Dra. Gabriela Argumedo, Investigadora del Departamento de Actividad Física y Estilos de Vida Saludable del Instituto Nacional de Salud Pública, que participó con el tema "el poder transformador de la educación física en la formación integral del escolar", profundizó en los beneficios que se alcanzan con una educación física de calidad, entre los que se incluyen:
- Autoconfianza.
- Expresar sentimientos.
- Enriquecer la comprensión.
- Juego limpio y trabajo en equipo.
- Lidiar tanto con el éxito como con el fracaso.
- Comportamiento pro social a través de la participación y el rendimiento.