Las vacunas te protegen

Por ejemplo, las que se aplican a los niños disminuyen su inmunidad con el tiempo, por lo que deben ser reforzadas, como es el caso de la vacuna de difteria, tosferina y tétanos que se debe aplicar un refuerzo cada 10 años.

Hay vacunas que no se aplican en la infancia, pero se debe hacer en los adolescentes, adultos y/o adultos mayores, como es el caso de papiloma, herpes zóster, entre otras, porque en ciertas edades o condiciones de salud, podemos ser más susceptibles a algunas enfermedades e infecciones.

Nuevas vacunas. Hay algunas que no existían cuando muchos adultos fuimos niños, se han desarrollado nuevas para la prevención de enfermedades que hasta hace poco eran consideradas no prevenibles, como es el caso del cáncer cervicouterino, meningococo, herpes zóster y otras.

Inmunidad comunitaria. Cuando la mayor parte de una comunidad está vacunada contra una enfermedad infecciosa, es menos probable que pueda haber un brote o epidemia ya que un alto porcentaje de esa población se encuentra protegida.

Actualmente, las bajas coberturas de vacunación y la subutilización de algunas, están provocando brotes de enfermedades prevenibles, algunas de las cuales ya estaban previamente controladas con vacunas.

Ahorros. La falta de prevención provoca deterioro de la salud y la calidad de vida, por las enfermedades infecciosas, por lo tanto, hay que pagar medicamentos y honorarios de médicos.

Además, las ausencias laborales o escolares (en el caso de influenza, se estiman por lo menos 4.5 días en la recuperación de la persona enferma), así como el cuidado del enfermo, estos factores se ven reflejados en la economía familiar, comunitaria y del país. Estar vacunado es la mejor protección contra muchas enfermedades graves y el mejor aliado para la economía.