Jueves 13 Noviembre 2025

Enfermedad Cardiorrenal: el reto oculto que amenaza la salud pública

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Imagina que tu cuerpo envía señales discretas —cansancio, hinchazón, falta de apetito, palidez— que pasan desapercibidas o se atribuyen al estrés o a la edad. Así actúa la Enfermedad Renal Crónica (ERC): un enemigo silencioso que avanza hasta que el daño es irreversible y que puede incluso derivar en un evento cardiovascular.

En México, millones de personas viven esta realidad sin saberlo. Cada diagnóstico tardío no sólo representa un desafío personal, sino también una amenaza creciente para nuestro sistema de salud.

De acuerdo con cifras del INEGI, en nuestro país más de 1,800 personas mueren cada día por enfermedades crónicas como la diabetes, padecimientos cardiovasculares y la ERC. La diabetes y las enfermedades cardio-renales, se encuentran entre las primeras causas de morbi-mortalidad en México y, al contrario de otras crónicas, incrementan cada año en lugar de reducirse. No se trata solo de mortalidad, muchas personas pierden su capacidad laboral y calidad de vida, afectando también a todo su entorno personal, social y económico.

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La diabetes tipo 2 es un detonante crítico, ya que provoca 48.5% de los casos de ERC y es un factor de riesgo cardiovascular de alta relevancia. Dos de cada cinco personas que viven con diabetes desarrollarán algún grado de daño renal, y en promedio un paciente tarda 10 años en ser diagnosticado con diabetes, lo que significa que puede presentar afectación renal desde el inicio del diagnóstico. Hoy, uno de cada diez mexicanos desarrollará algún grado de enfermedad renal crónica.

El costo de no actuar es alarmante. En 2024, el IMSS gastó en promedio 400 mil pesos por paciente en insuficiencia renal cuando ya requiere diálisis, y más de 100 mil pesos al año en etapas avanzadas sin llegar a ella.

En el ámbito cardiovascular, tratar un solo evento cuesta como mínimo 150 mil pesos y puede superar un millón de pesos si se requiere cirugía de corazón abierto. Un día en terapia intensiva en el IMSS ronda los 40 mil pesos. Estas cifras evidencian una carga financiera insostenible tanto para las instituciones públicas como para las familias.

La Federación Internacional de Diabetes advierte que el problema seguirá creciendo. En el año 2000 había 4.4 millones de personas con diabetes en México; recientemente se estima que son 14.6 millones y para 2050 podrían llegar a casi 20 millones. La insuficiencia cardíaca, que a menudo coexiste con diabetes y ERC, ya afecta a 2.4 millones de personas y podría aumentar 46% para 2030, es decir, casi 1.9 millones de nuevos casos.

Estas enfermedades cardiovasculares y renales están estrechamente relacionadas y se calcula que uno de cada dos pacientes con insuficiencia cardíaca desarrollará algún grado de enfermedad renal.

Ante este panorama, la ciencia ofrece una luz de oportunidad. Las guías internacionales recomiendan un abordaje integral con cuatro pilares terapéuticos: inhibidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona, betabloqueadores, inhibidores de SGLT2 y moléculas innovadoras como finerenona, un antagonista de los receptores de mineralocorticoides.

En estudios que incluyeron a más de 13 mil pacientes, este tratamiento ha demostrado una eficacia notable: reduce en 32% la albuminuria, un marcador clave de daño renal, y disminuye en 20% el riesgo de requerir diálisis. Cuando se combina con otros medicamentos, puede bajar hasta 58% la probabilidad de llegar a diálisis y 36% el riesgo de muerte cardiovascular. Además, logra una reducción del 22% en las hospitalizaciones por insuficiencia cardíaca y del 17% en el riesgo de muerte cardiovascular, ofreciendo así una protección integral para el corazón y los riñones.

Estos avances representan una oportunidad real para retrasar las complicaciones, reducir la necesidad de terapias de reemplazo renal y mejorar la calidad de vida de miles de personas. Cualquier tratamiento, sin embargo, debe ser indicado por un profesional de la salud.

Pero recordemos que la herramienta más poderosa es la prevención. Una simple química sanguínea y un examen de orina pueden detectar de forma temprana el daño renal. Si reducimos la albuminuria, reducimos también el riesgo de eventos cardiovasculares y renales. La detección oportuna es la puerta de entrada para que las innovaciones médicas realmente transformen la vida de los pacientes.

Transformar la historia de la enfermedad cardiorrenal en México exige una estrategia integral y sostenida. No basta con promover hábitos saludables: es indispensable educar a la población para reconocer señales tempranas, impulsar programas de chequeo periódico en todos los niveles de atención, garantizar diagnósticos oportunos y accesibles y, de manera decisiva, invertir en investigación, innovación médica y disponibilidad de terapias avanzadas.

La responsabilidad es colectiva, con autoridades de salud que diseñen políticas de prevención efectivas, instituciones médicas que fortalezcan la infraestructura de detección, una industria farmacéutica que mantenga su compromiso con el desarrollo científico y, por supuesto, la sociedad, que debe asumir la prevención como parte de su vida cotidiana.

Solo a través de esta alianza —sector público, iniciativa privada y ciudadanía— podremos reducir la presión sobre los hospitales, contener los costos que hoy amenazan la viabilidad del sistema de salud y, sobre todo, brindar a millones de mexicanos la oportunidad real de vivir más y mejor.

El autor (a) especialista en nefrología y gerente médico del área Cardio-Renal de Bayer.

Modificado por última vez enLunes, 13 Octubre 2025 09:16

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